El estrés, la economía, el
trabajo, los quehaceres… Vivimos en una sociedad que nos mantiene en un
constante y agotador estado de alerta, ansiedad y tensión. Esto nos hace perder
la pasión y vocación por nuestro trabajo, convirtiéndolo en una rutina más de
nuestro día a día; y no podemos permitirlo.
Los sanitarios (aunque también
es extrapolable a todo trabajador que esté cara al público) han dejado de tener
pacientes a lo largo de una jornada laboral, para pasar a tener números. Olvidan,
en muchas ocasiones, que las personas que se encuentran ante ellos son ENFERMOS
que requieren de su ayuda para mejorar y volver a sentirse bien.
"Antes de ser un excelente profesional procura ser una buena persona".
Los pacientes no son ganado, ni
piezas de una cadena de montaje. Son PERSONAS que acuden a nosotros,
depositando toda su confianza en que los ayudaremos a solventar su sufrimiento.
Traicionar esa confianza con indiferencia es algo que ningún sanitario debería
hacer.
Todos nos ponemos enfermos y
todos esperamos que se nos tienda una mano cuando acudimos a cualquier sistema
de salud. Queremos y tenemos derecho a ser tratados con respeto y educación.
Los profesionales, además de la parte técnica, deberían trabajar un poco la
parte humana de la profesión, esa que está quedando en desuso por las prisas y
el egoísmo.
No caigas en la
deshumanización.
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