Hoy, hemos tenido una práctica
diferente. Dividiré este post en dos: primero, hablaré sobre la actividad en
sí; después, haré una breve reflexión o comentario sobre la misma.
Comenzamos: Hemos realizado un “test”,
tanto de forma individual como en grupo, que se realiza en la NASA para
comprobar la capacidad para trabajar en equipo. Consiste en seleccionar por
orden de importancia una serie de “instrumentos”.
Tenemos un supuesto, una situación, en
la que tenemos que decidir qué priorizaríamos en esa situación determinada. Una
vez que decidimos por nosotros mismos ese orden de prioridad, debemos ponerlo
en común con nuestro grupo y llegar a un consenso sobre qué haríamos entre
todos.
Una vez anotados nuestros
resultados individuales y grupales, compararemos con los de la NASA, sacando de
la resta de esos números naturales que nos servirán de puntuación para ver qué
tal no ha ido la supervivencia.
Comentario: Parece que, una vez perdidos
por la luna, no nos habría ido tan mal. Individualmente, estoy en la media de
los resultados. No fueron brillantes, pero tampoco desastrosos. Sin embargo, al
grupo le fue algo mejor. En especial, uno de nuestros compañeros hizo unas
aportaciones magníficas y fue quien mejor puntuación obtuvo tanto para sí mismo
como para con el grupo.
Sentados en un cómodo
escritorio y debatiendo entre bromas qué es adecuado o no transportar para
sobrevivir, nadie ha sacado muy malos resultados. Pero, ¿imagináis que nos
ocurriese de verdad? ¿Cuántos de los presentes lograrían mantener la calma y
decidir conjuntamente qué es lo mejor para el grupo?
"Homo homini lupus est
(Thomas Hobbes, siglo XVII)".
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